martes, 30 de octubre de 2007
El espectador profundo
Si algo he aprendido de mis gatos es a escoger, de lo que me ofrecen, lo que me interesa, y a rechazar con la cabeza alta lo que no quiero. Así hacen los gatos, siempre, con la comida, con los juegos, con las caricias. Y no es poca cosa aprender a imprimir dignidad en un gesto de rechazo. Practico yoga un par de horas a la semana y, aunque no soy una fanática de esta disciplina (no me levanto a las seis de la mañana para hacer el saludo al sol, ni me he convertido en una vegetariana que sólo viste con ropa de fibras naturales) tampoco asisto a las clases como quien va a que le den un masaje en los pies (¿o sí que lo hago?). Me gusta como ejercicio; es lento y relajante, casi narcótico. Durante las meditaciones puedes alcanzar un grado de relajación tan alto que apenas sientes el latido de tu corazón; comprendes que para mantenerte con vida necesitas muy poca energía y que, si la reduces al mínimo posible, puedes estar casi muerto. En ese estado puedes montarte en una barca imaginaria y navegar por tu torrente sanguíneo, hablar con tu páncreas o intentar desconectar tu mente, fundirla a negro. He habilitado un pequeño banco de madera de roble entre mis dos hemisferios cerebrales para que lo que llaman "el espectador profundo" -y que yo imagino como una versión de mí misma, milimétrica y coloreada sólo con la escala de grises- se siente a contemplar el vacío que queda entre un pensamiento que se va y otro que llega.
Ahora bien: no incorporaré a mi léxico las palabras mudra, Krilla, asana, chakra, hara, mantra.
No las repetiré; aunque sepa lo que son, no hablaré de ello. No me apropiaré de ningún campo semántico, como hacen los vendedores de colchones y los electricistas. Algo que sin duda distingue a un pintor de brocha gorda de otro de pincel, es la cantidad de veces en su vida que el primero dice imprimar frente a las que el otro dice deconstruir.
Me limitaré a hacer yoga y mucha gente ni se enterará porque, por más yoga que haga, la palabra que más diga seguirá siendo mierda.
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